El gobierno de California pide a un tribunal un bloqueo de emergencia al uso de reservistas y soldados en activo mientras el presidente vuelve a barajar invocar la Ley de Insurrección 72706j
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El presidente Donald Trump exhibe músculo militar y se muestra inmune a la lluvia de críticas y denuncias sobre su deriva autoritaria. Y este martes se ha reafirmado en su polémica decisión de desplegar casi 5,000 efectivos militares en Los Ángeles, 4,000 reservistas de la Guardia Nacional y 700 marines, informó el medio español El Periódico.
Ese despliegue ha sido retado por el gobernador de California, Gavin Newsom, que ha solicitado a un tribunal que lo bloquee al menos temporalmente con una orden de emergencia.
El demócrata asegura que Trump no solo va a usar los militares para defender empleados y propiedades federales sino también para participar en operaciones de arresto de inmigrantes o en otras actividades de mantenimiento de orden como operación de puntos de control.
“El gobierno federal está volviendo al ejército contra ciudadanos estadunidenses”, ha escrito Newsom.

Antes de esa moción de emergencia de California Trump ha amenazado con extender el uso de militares en cualquier lugar de Estados Unidos donde haya protestas, ya sea por las redadas contra inmigrantes o contra él.
“Puedo informar al resto del país que cuando lo hagan, si lo hacen, van a encontrar una respuesta igual o mayor”, ha dicho en referencia al despliegue militar en la segunda ciudad de Estados Unidos que puso en marcha tras manifestaciones contra las detenciones de inmigrantes.
Además, ha prometido una “fuerte respuesta” si se producen protestas el sábado en Washington durante el desfile militar que ha organizado para marcar el 250 aniversario del Ejército, que coincide también con su 79 cumpleaños.
Las amenazas de Trump no quedan ahí. En las declaraciones en el Despacho Oval, horas antes de acudir a un acto en la base de Fort Bragg, ha sugerido una vez más que podría acabar invocando la Ley de Insurrección.
Esa norma le permitiría emplear a los efectivos militares en acciones policiales contra ciudadanos estadounidenses, y no solo en la protección de empleados y propiedades federales, como hace la ley en que ha basado este despliegue, que ha realizado sin que se lo pidieran las autoridades locales californianas, algo que no pasaba desde 1965.

Trump insiste decir que si no hubiera “enviado las tropas” a Los Ángeles la ciudad habría quedado “hecha cenizas”, pero esa afirmación contrasta con las noticias que llegan desde el terreno y las que dan el gobernador, Gavin Newsom, y la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, ambos demócratas.
Aunque se reconoce que desde el viernes ha habido protestas que en algunos casos fueron violentas y acompañadas de actos vandálicos y de pillaje, en la urbe han estado prácticamente limitadas a unas manzanas en el ‘downtown’.
Newsom ya ha demandado al presidente por el despliegue de militares. Y este martes ha acusado a Trump de haber mentido después de que el mandatario dijera que ambos habían hablado la víspera.
La exhibición de fuerza militar de Trump hace saltar numerosas alarmas sobre una degradación vertiginosa hacia un estado policial e incluso militar, y es otra escalada en el uso del miedo como potente arma, por parte del mandatario, que sigue teniendo el respaldo absoluto del Partido Republicano y de muchos votantes en su propuesta de una campaña de deportación masiva, aunque sus duros métodos y el impacto en inmigrantes que no son criminales también le ganan algo de reprobación.
Llega en un momento que políticamente era complicado para él, una debilidad de la que ya el miércoles pasado trataba de desviar la atención con una metralla de polémicas acciones política en una sola tarde.
Pero la demostración de fuerza es tan real como las deficiencias: no tiene acuerdos que poder exhibir en su guerra comercial global, pasa apuros para recabar en el Senado apoyos suficientes para el megaproyecto de ley fiscal y presupuestaria, no consigue avances hacia la paz o meras treguas en las guerras en Ucrania y Gaza y ha vivido una épica ruptura pública con Elon Musk.
El despliegue de militares en Los Ángeles, que en principio durará 60 días pero que el secretario de Defensa puede prolongar lo que estime conveniente según la proclamación ejecutiva firmada el sábado por Trump, tendrá un coste de cerca de $135 millones.
Así lo ha reconocido la interventora interina del Pentágono en una vista en el Congreso, la misma donde el secretario de Defensa, Pete Hegseth, se había negado antes a dar una cifra.
Hegseth ha sido feroz en su comparecencia a la hora de defender a Trump y su decisión y ha chocado en varias ocasiones con los demócratas en el subcomité de la Cámara Baja.
Una de las representantes, Betty McCollum, ha asegurado que el despliegue de los reservistas, que comenzó el domingo, fue “prematuro” y que la decisión de sumar marines en activo el lunes fue “directamente una escalada”.
“El personal militar en activo no tiene absolutamente ningún papel en tareas de aplicación nacional de ley y no están entrenados para esas misiones”, ha denunciado la demócrata.
En otra vista que se desarrollaba en el Senado, un general, Eric Smith, ha defendido que los marines sí están entrenados para control de masas y ha dicho que en Los Ángeles tendrán escudos y porras.
También ha afirmado que no tienen autoridad para realizar arrestos y que están desplegados solo para proteger propiedad y personal federales. Cuando el senador demócrata Richard Blumenthal le ha preguntado sobre el peligro de que puedan usar fuerza letal y provocar heridos o fallecidos el militar ha replicado: “No estoy preocupado. Tengo mucha fe en que los marines y sus líderes ejecutarán las tareas legales que se les encomiendan”.
Lo que ha impuesto el dictador Trump en CLufornia se llama un estsdo policiaco.